En alguna ocasión que otra, no tendremos más remedio que ponernos en manos de profesionales en la reparación de calderas en Madrid o en cualquier otra ciudad para solventar cualquier incidente que hayamos sufrido en estos componentes. Aunque esto sea inevitable, tenemos que tener muy en cuenta que realizar un buen mantenimiento puede ser la diferencia entre minimizar los problemas al máximo o tener que sufrirlos cada poco tiempo.
Tenemos que tener presente que, además de ahorrarnos alguna que otra reparación, un buen cuidado de la caldera nos permitirá que funcione correctamente, reduciendo hasta en un 10% el consumo energético de la misma y, por tanto, el importe de nuestra factura de la luz.
Uno de los mejores consejos que podremos seguir es el de comprobar de forma periódica que todas las conexiones de este equipo están correctamente enchufadas y en buen estado. Además, este paso deberemos hacerlo de forma obligatoria antes de ponerla en marcha. Básicamente consistirá en echar un ojo a la red eléctrica, el conducto del gas o la toma de entrada y salida de agua.
Para evitar una costosa reparación de calderas en Madrid o en cualquier otra ciudad, nuestro equipo tendrá que trabajar a una presión adecuada. Lo más aconsejable suele ser entre 1,2 y 1,5 bares como máximo. Por suerte, tanto los equipos digitales como los analógicos cuentan con un indicador que nos dará información de forma constante. Acuérdate de revisar este valor para no llevarte ninguna sorpresa, utilizando la llave de llenado en caso de que fuera necesario realizar algún ajuste.
Además, una buena práctica que todos deberíamos poner en marcha es la de ajustar una temperatura de confort y dejar que la caldera funcione de una forma constante, sin bruscas subidas y bajadas. A veces, pecamos de hogares demasiado cálidos, y no es conveniente ni para nuestra salud ni nuestro bolsillo. Entre los 18 y los 21ºC será suficiente y, por otro lado, optimizaremos nuestro gasto.
Por último, otro punto que nos ahorrará algún que otro arreglo de calderas en Madrid es el hecho de comprobar que todos nuestros radiadores funcionan correctamente, es decir, que calientan bien y por toda su superficie. Esta revisión tendremos que hacerla de forma anual, coincidiendo con la época en la que comenzamos a poner la calefacción. En el hipotético caso de que alguno esté frío por la parte superior, tendremos que purgarlos para retirarles el aire sobrante.